"Wo wei ni xie de," dijo él, mientras levantaba el violín a su hombro izquierdo, metiéndolo debajo de la barbilla. Le había contado a ella que muchos violinistas solían usar su aparato para descansar el hombro, pero él no: había una pequeña marca en el lado de su garbanta, como un moretón permanente, dónde descansaba el violín.
"Tú - ¿hiciste algo por mí?" Tessa preguntó.
"He escrito algo para ti," corrigió él, con una sonrisa, y empezó a tocar.
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